miércoles, 12 de diciembre de 2012

Nunca llega la calma



Es como un pálpito. Una sacudida interna que tan sólo dura medio segundo pero el suficiente para asegurarse de que no puedas olvidarlo.

Es cómo el recuerdo que queda después de sobrevivir a un huracán. Mientras lo estás viviendo sabes que cuando pase te costará olvidarlo. Comienzas a asumir los esfuerzos que tendrás que llevar a cabo para no rendirte,  y realmente la única forma de poder dejarlo atrás es no dejarte vencer por los momentos de debilidad que amenazan con ser la única escapatoria.

La mayoría de las veces sucumbir ante un acontecimiento desastroso no es más que admitir que las batallas no están hechas para ser vencidas. Que te vencieron en tantas ocasiones que renunciar a ellas tampoco está en la lista de opciones posibles.

A veces  crees saber lo que le pasa al resto y muchas veces no son más que proyecciones de tus propios problemas. Una imagen desordenada de pensamientos que nunca tuvimos el valor de llegar a cabo. Vivir tu vida a partir de una tormenta que arrasó con todo y que nos dejó con más de lo que podíamos imaginar.

1 comentario:

  1. Hay tormentas que pueden durar solo unos segundos y devastar más de lo que pensabamos dentro de nosotros.. Pero también batallas que por excepción, magicamente, sin avisar... se ganan.

    La gente que nos hemos rehechos después de una de esas tormentas tenemos algo en común.. Quizá esa mezcla de oscuridad y sombras en la mirada, o la comprensión de alguien que ha vivido más de lo que le tocaba.. Por eso sé que tú siempre me entenderás, porque en el fondo, estás hecha de lo mismo que yo.

    ¿Sabes? Podría decirte que no te quedan batallas por ganar, ni tormentas que sobrevivir... Podría y ojala fuese así. Pero la vida no es tan facil y a veces se reserva las sorpresas para los peores momentos. Pero sí puedo prometerte que saldras, de todos, como siempre has salido. Y que yo estaré a tu lado. Como siempre.

    Te quiero muchísimo mi Cold. Mucho.

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