Pyx se mantenía
alejada de Inar. Aún no había abierto la valla de la casa pero tenía la mano
puesta en ella, con la intención de
abrirla. Todo era muy confuso para ella. No era posible que un simple humano la
conociera, quizás su nombre pero no que fuese una estrella, no que formara
parte de su memoria y que ella ni siquiera lo recordaba. Se había convertido en
un cuerpo humano hacía tan sólo un día. Aquél chico estaba mintiendo. Pero no
sabía por qué.
-No te haré
daño-comenzó de nuevo Inar- Vamos Pyx, entra en la casa, es peligroso para ti que
te quedes fuera, te estarán buscando…
-¿A mí?,
¿Quién?
-Entra y te lo
explicaré todo-volvió a susurrar Inar, esta vez con súplica en esa última
palabra.
-No-sentenció y
abriendo la valla con rapidez salió corriendo. Dejando a Inar con la mirada enrabietada
y perdida.
Volvió a
internarse en el bosque. No había pensado en que haría a partir de ahora. No sabía
cómo sería su vida siendo medio humana, pero no tenía necesidades físicas.
Sentía que seguía siendo una estrella, y que por lo tanto no estaba atada a las
necesidades humanas que había contemplado en más de una ocasión. Quiso
refugiarse de aquel chico. Sus ojos encerraban una verdad que asustaba su
interior. Volvía a estar asustada.
Cuando perdió
la casa de vista se sentó cerca del manantial de la noche anterior y se sintió
en paz durante unos minutos. Tan sólo duró un suspiro, Pyx recobró la calma y
esperó. Sintió la presencia de un extraño acercándose a ella desde el otro lado
del manantial. Pensó en Inar, Quizá la había seguido hasta allí. Pero no olía
como él. No era Inar. Y tampoco era un ser humano. Una figura encapuchada se
iba acercando lentamente a Pyx. Era imponente y tenebrosa. Como la sombra más
oscura después del último rayo de sol.
-Aquí estás,
fugitiva.
La voz parecía
venir del cielo. Un eco ensordecedor que amenazaba contra Pyx. Como un bacanal
de rayos de sol que arañaban su piel y su fortaleza. Pyx se paralizó. No podía
moverse. Aquél ser se iba acercando más y más, cuando estuvo a escasos metros
de la pequeña estrella alargó su mano y comenzó a recitar un ritual. Un
encantamiento que robaba el brillo de Pyx y lo encerraba en la palma de la mano
del encapuchado.
-No-susurró Pyx
cayendo de rodillas- Aléjate…no…no puedo…
Se llevó la
mano al pecho y comenzó a respirar con fuerza. Cada bocanada de aire parecía
quedarse en su boca y no seguir su camino hasta los pulmones. Su fuerza se
estaba consumiendo.
Pyx se
desmayaba. Estaba perdiendo la noción de sí misma y de todo lo que la rodeaba.
Se estaba perdiendo…se estaba rompiendo en mil pedazos. Entonces el encapuchado
paró y levantó la vista hacia un punto oscuro del bosque. Inar parecía
realmente enfadado, sus ojos desprendían chispas y su cuerpo vibraba como un
estallido de cólera. Sus ojos comenzaron a vivir y a brillar de una manera tan
intensa que el encapuchado huyó. Sólo por esta vez. Esto le traería
consecuencias a Inar. Lo sabía.
Se acercó con
cautela a Pyx, y la recogió en sus brazos. Ella no dijo nada. Se limitó a
apoyar su cabeza en su cuerpo y a respirar una y otra vez.
-A esto me
refería…-le decía Inar mientras la llevaba de nuevo a la casa- No puedes ir tú
sola, no hasta… no hasta que estés lista. Es peligroso para ti. Vendrán a por
ti en cuanto tengan la oportunidad. No les gusta que las estrellas abandonen la
noche.
-¿Cómo sabes tú
eso? ¿Por qué sabes tanto de…de mí, de ellos?
Inar no
contestó, al cabo de unos minutos estaban dentro de la casa y con suavidad la
depositó en el sillón cercano al fuego. La luz de Pyx se apagó y volvió a
parecer una simple humana.
-¿Esta casa es
especial verdad?
-Sí…encierra
dentro de ella todo aquello que sea…sobrehumano.
-Comprendo.
Realmente era
interesante pero no era lo que Pyx quería saber. Antes Inar parecía querer
decirle muchas cosas, muchos recuerdos y misterios, ahora se mantenía
reservado, dándole espacio. Se lo agradecía.
-¿Qué era esa
cosa?, no era humano ni tampoco era una estrella.
-Son los
guardianes de la noche, los espíritus de la oscuridad. Son siervos de la luna,
su ejército en la Tierra- Inar se sentó en el suelo, apoyando su cabeza en la
chimenea.
-¿Cuál es su
misión, exactamente?¿ Atrapar a las estrellas fugitivas y destruirlas?
-No. Sólo
intentaba robarte tu luz. No puede obligarte por la fuerza, porque no pueden
tocarte. Recuerda. Son espíritus. Se alimentan de tu vida para poder después
devolverte…a la noche.
-Pero yo no
quiero volver allí, no quiero volver a estar encerrada ni sentirme atrapada en
aquella inmensidad. Acabaré por consumirme antes de que encuentre una razón lo
suficientemente fuerte como para no autodestruirme…
Inar la miraba
con admiración y tristeza. Su pequeña Pyx. Podía verla detrás de esos ojos
azules oscuros.
-No podrás huir
eternamente, y eso es cierto. Necesitas dejar de ser una estrella, necesitas
dejar de ser eterna. Ser humana.
-¿Eso es
posible?
-No es
imposible. Puede que ni siquiera funcione pero…es lo único que puedes hacer. La
Luna no podrá negártelo.
-¿El que Inar?.
Explícate mejor, haré cualquier cosa. Lo que sea- La voz de Pyx parecía
suplicar, aunque se tratase de un suicidio.
-Debes hacer
una promesa. Tienes que hacer una promesa y debes cumplirla. Sea lo que sea lo
que prometas debes jurar que lo cumplirás. Sólo así te permitirán vivir como
humana…
-Vale-dijo Pyx
sin pensar- ¿Cómo? ¿Cuándo?
-No es ninguna
broma Pyx, debes tomártelo muy enserio. Después no habrá marcha atrás. Dejarás
de ser una estrella.
Aaaaaaaaaalaaa no!! Me gustaba Pyx, me gustaba que fuese una estrella caída del cielo... Daba un poco de sentido a una de mis frases favoritas!
ResponderEliminarJoo Cold se está poniendo interesante, ahora si qe sí tienes que escribir la proxima parte prontooo! :)
En el fondo me gusta Pyx sabes? qe esté dispuesta a todo, a un cambio tan grande... Es muy valiente :)
Escribe! Te lo digo muy en serio, no me dejes con la intriga :)
Te quiero muucho Cold mee!! :)