Nadie
se atreve a vivir la vida demasiado enserio. Sólo necesitamos creer que las
cosas nunca van tan mal como parece. Hay personas que no podrían soportar darse
cuenta de que su vida no es como esperaban, que sólo se ha convertido en esa
forma de necesitar a todo el mundo para luego echarlo sin tan siquiera
preguntar.
El mar
no parecía tan enorme desde allí arriba. Parecía que le gustaba batallar consigo
mismo. Se enfurecía y embravecía todas las noches cuando a la luna parecía no
importarle nada. Esa noche realmente era más oscura de lo normal, pero apenas
parecía importarle. Pyx se sentía sola. Siempre se había sentido así. Ella guiaba
a aquellos que se perdían en la noche, aquellos que se perdían en su oscuridad,
aquellos que no encontraban la paz en las cosas mundanas que estaban dispuestos
a estar más de media vida perdidos sin apenas importarles. Pyx sentía compasión
por ellos. Se había pasado toda su vida funcionando como una brújula, indicando
el camino correcto pero…¿Cuál era su camino? ¿Acaso eso importaba? ¿Podría
importarle?.
Había
decidido hacía mucho escaparse. Sabía cómo hacerlo pero no sabía si podría
volver o si permitirían que volviese. Las estrellas como ella se pasaban toda
su eternidad contemplando mundos insignificantes. Guerras que destruían esos
mundos y los convertían en cenizas.
También
contemplaban la muerte de otras estrellas. Cuando eso ocurría Pyx cerraba los
ojos. Era demasiado doloroso ver que su brillo más fuerte sólo ocurría cuando
dejaban de existir. Ella no estaba dispuesta a ser la estela de un recuerdo que
seguramente nadie recordaría. Ella quería conocer mundo, quería salir de la
oscuridad. Y encontró el mundo perfecto para ello.
La
Tierra no era demasiado grande y tampoco demasiado bonita, pero le gustaba. Los
humanos eran seres extraordinarios y muchos de ellos las observaban todas las
noches, pero no las veían. Sólo eran capaces de ver puntos de luces brillantes.
Únicamente veían eso. Era triste ser reducida únicamente a un punto de luz
insignificante en todo el espacio.
Estaba
decidido. Aquella noche se escaparía. La Luna brillaba con fuerza, con mucha
fuerza aquella noche. Las estrellas se dispersaban alrededor de ella ,
brillando aquella noche más que nunca. Nadie repararía en Pyx, de eso estaba
segura.
Pyx
cerró los ojos con fuerza, con mucha fuerza. Poco a poco su luz se iba
apagando, se iba haciendo más tenue, más pálida. Sabía que cuando estuviese a
punto de apagarse debía abrir los ojos y descender con suavidad. Estaba temblando.
Tenía miedo, muchísimo miedo.
Poco a
poco fue abriendo los ojos. El momento casi había llegado y comenzó a
descender. Tenía un frío. Su luz era demasiado inerte y su corazón estaba a
punto de detenerse cuando sus pies tocaron la superficie. Tomo una gran
bocanada de aire y abrió los ojos del todo. Se encontraba en una gran piedra,
parecía un acantilado. Podía ver el mar furioso a sus pies, pero no sintió
miedo. Se preguntó qué aspecto tendría como humana, si quizá sólo parecía un
ser sobrenatural que no sería capaz de encajar con ellos. Pero dio media vuelta
y se internó en el bosque que había a su alrededor sin mirar al cielo.
Me eeeeeeeeencantaaa!!
ResponderEliminarYa te lo dije ayer **! Esta al menos tienes que acabarla eh? Siempre me ha gustado que escribieses sobre la luna y las estrellas porque me recuerda a cuando te conocí por alguna casualidad :)
Jo, esque es muy guay ! me recuerda a la peli de Stardust :) muy muy guay!
Quiero más Cold me gusta muy muy muucho de verdad, mucho mucho!
Te quieero muuuucho Cold me!!