miércoles, 19 de diciembre de 2012

La brújula del cielo



Nadie se atreve a vivir la vida demasiado enserio. Sólo necesitamos creer que las cosas nunca van tan mal como parece. Hay personas que no podrían soportar darse cuenta de que su vida no es como esperaban, que sólo se ha convertido en esa forma de necesitar a todo el mundo para luego echarlo sin tan siquiera preguntar.

El mar no parecía tan enorme desde allí arriba. Parecía que le gustaba batallar consigo mismo. Se enfurecía y embravecía todas las noches cuando a la luna parecía no importarle nada. Esa noche realmente era más oscura de lo normal, pero apenas parecía importarle. Pyx se sentía sola. Siempre se había sentido así. Ella guiaba a aquellos que se perdían en la noche, aquellos que se perdían en su oscuridad, aquellos que no encontraban la paz en las cosas mundanas que estaban dispuestos a estar más de media vida perdidos sin apenas importarles. Pyx sentía compasión por ellos. Se había pasado toda su vida funcionando como una brújula, indicando el camino correcto pero…¿Cuál era su camino? ¿Acaso eso importaba? ¿Podría importarle?.
Había decidido hacía mucho escaparse. Sabía cómo hacerlo pero no sabía si podría volver o si permitirían que volviese. Las estrellas como ella se pasaban toda su eternidad contemplando mundos insignificantes. Guerras que destruían esos mundos y los convertían en cenizas.
También contemplaban la muerte de otras estrellas. Cuando eso ocurría Pyx cerraba los ojos. Era demasiado doloroso ver que su brillo más fuerte sólo ocurría cuando dejaban de existir. Ella no estaba dispuesta a ser la estela de un recuerdo que seguramente nadie recordaría. Ella quería conocer mundo, quería salir de la oscuridad. Y encontró el mundo perfecto para ello.
La Tierra no era demasiado grande y tampoco demasiado bonita, pero le gustaba. Los humanos eran seres extraordinarios y muchos de ellos las observaban todas las noches, pero no las veían. Sólo eran capaces de ver puntos de luces brillantes. Únicamente veían eso. Era triste ser reducida únicamente a un punto de luz insignificante en todo el espacio.
Estaba decidido. Aquella noche se escaparía. La Luna brillaba con fuerza, con mucha fuerza aquella noche. Las estrellas se dispersaban alrededor de ella , brillando aquella noche más que nunca. Nadie repararía en Pyx, de eso estaba segura.
Pyx cerró los ojos con fuerza, con mucha fuerza. Poco a poco su luz se iba apagando, se iba haciendo más tenue, más pálida. Sabía que cuando estuviese a punto de apagarse debía abrir los ojos y descender con suavidad. Estaba temblando. Tenía miedo, muchísimo miedo.
Poco a poco fue abriendo los ojos. El momento casi había llegado y comenzó a descender. Tenía un frío. Su luz era demasiado inerte y su corazón estaba a punto de detenerse cuando sus pies tocaron la superficie. Tomo una gran bocanada de aire y abrió los ojos del todo. Se encontraba en una gran piedra, parecía un acantilado. Podía ver el mar furioso a sus pies, pero no sintió miedo. Se preguntó qué aspecto tendría como humana, si quizá sólo parecía un ser sobrenatural que no sería capaz de encajar con ellos. Pero dio media vuelta y se internó en el bosque que había a su alrededor sin mirar al cielo.

1 comentario:

  1. Me eeeeeeeeencantaaa!!
    Ya te lo dije ayer **! Esta al menos tienes que acabarla eh? Siempre me ha gustado que escribieses sobre la luna y las estrellas porque me recuerda a cuando te conocí por alguna casualidad :)
    Jo, esque es muy guay ! me recuerda a la peli de Stardust :) muy muy guay!
    Quiero más Cold me gusta muy muy muucho de verdad, mucho mucho!

    Te quieero muuuucho Cold me!!

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